viernes, 7 de abril de 2017

PIEDAD POPULAR Y LITURGIA



I
En 2002, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos publicó el DIRECTORIO SOBRE LA PIEDAD POPULAR Y LA LITURGIA. Un Documento Oficial de la Santa Sede muy interesante e iluminador, pero aún muy desconocido.
Ofrecemos algunos párrafos que nos pueden orientar para estos días de Semana Santa, y así saber conjugar adecuadamente la liturgia y la piedad popular.

La Semana Santa

Núm. 138: Durante la Semana Santa la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.
Es muy intensa la participación del pueblo en los ritos de la Semana Santa. Algunos muestran todavía señales de su origen en el ámbito de la piedad popular. Sin embargo ha sucedido que, a lo largo de los siglos, se ha producido en los ritos de la Semana Santa una especie de paralelismo celebrativo, por lo cual se dan prácticamente dos ciclos con planteamiento diverso: uno rigurosamente litúrgico, otro caracterizado por ejercicios de piedad específicos.
Esta diferencia se debería reconducir a una correcta armonización entre las celebraciones litúrgicas y los ejercicios de piedad.

Domingo de Ramos

Núm. 139: La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos de la Pasión del Señor, que comprende a la vez el triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión.
La procesión que conmemora la entrada mesiánica de Jesús en Jerusalén tiene un carácter festivo. A los fieles les gusta conservar en sus hogares los ramos de olivo o de otros árboles, que han sido bendecidos y llevados en la procesión.
Sin embargo, es preciso instruir a los fieles sobre el significado de la celebración, para que entiendan su sentido. Será oportuno insistir en que lo verdaderamente importante es participar en la procesión y no simplemente procurarse una palma o ramo de olivo; que estos no se conserven como si fueran amuletos, o con un fin curativo o para mantener alejados a los malos espíritus, lo cual podría ser una forma de superstición.
La palma y el ramo de olivo, se conservan como un testimonio de la fe en Cristo, rey mesiánico, y en su victoria pascual.

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