Hasta el año 1870 existía en Alcázar de
San Juan (Ciudad Real) un Convento de la Orden de Santa Clara con el título de
La Inmaculada Concepción. El convento fue suprimido como fruto de la aplicación
del decreto del 18 de noviembre de 1868 por el que se ordenaba la reducción a
la mitad, en cada provincia, de los conventos existentes. M. Sacramente Alfaro,
abadesa, junto con otras religiosas fueron enviadas al Convento de Carmelitas
descalzas de Malagón, donde siguieron viviendo como Clarisas.
A finales de 1884 don Bernardo solicitó
del rey Alfonso XII autorización para la erección del Convento de Clarisas en
Villarrubia. El 17 de julio de 1885 recibió el permiso real y el 25 de agosto
del mismo año, el nuncio de Su Santidad firmaba la autorización apostólica para
la fundación del Convento y el traslado de las religiosas clarisas residentes
en Malagón. El 15 de octubre de 1885 fue el día señalado para la toma de
posesión. Las hermanas fundadoras fueron M. Sacramento y sor Saturnina de la
Soledad, únicas supervivientes del suprimido Convento de Alcázar de San Juan, y
cuatro monjas del Convento de Santa Clara de Játiva (Valencia). El nuevo
Convento se puso bajo el patrocinio de Nuestra Señora de la Soledad.
La vida conventual se vio bruscamente
interrumpida al comienzo de la guerra civil de 1936. Las hermanas debieron
abandonar el Convento y refugiarse en casa de amigos. Terminada la guerra,
emprendieron una importante obra de restauración para habitarlo de nuevo. El 15
de enero de 1940 se inició de nuevo la vida claustral.
En 1965 la Comunidad dio por concluidas
sus actividades en la enseñanza, aceptando la clausura papal y la vida
meramente contemplativa.
El año 1972 la Comunidad solicitó a la
Presidenta de la Federación Castellana la ayuda de dos hermanas con el fin de
reforzar la Comunidad. Se ofrecieron voluntarias para ello sor María Celina
Ortigosa y sor Mª Teresa Ojanguren, del Convento de San Juan de la Penitencia,
de Alcalá de Henares (Madrid) que se incorporaron a la Comunidad el 10 de
agosto de 1972 que fueron elegidas abadesa y vicaria, respectivamente.
Tres años más tarde, regresaron a su
convento alcalaíno. En 1976 la Comunidad de Villarrubia solicitó el retorno de
sor Mª Celina, y ya se incorporó definitivamente a la Comunidad, donde permaneció hasta su muerte.
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