El convento de Santa Isabel se levanta en la calle del mismo nombre, en las inmediaciones del nacimiento del acueducto romano.
Pasados los doce primeros años de vida comunitaria en el Arrabal, la comunidad, por disposición de la reina Isabel la Católica, pasó a ocupar el convento de Santa Clara la Vieja que se encontraba deshabitado. A partir de entonces, se cambió su titularidad a favor de Santa Isabel de Hungría, patrona de la Orden Tercera.
Es tradición secular que la vida religiosa fue siempre muy pujante y de gran observancia en este Convento. Varias religiosas, aunque sin reconocimiento oficial eclesiástico, ha recibido tradicionalmente el calificativo de venerables: Sor María de Peñalosa, Sor Isabel Peralta, Sor Isabel López, sor Catalina de San Millán, Sor María de Heredia, sor María Ramírez, Sor María Arias y sor Magdalena.
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