Convento de San Diego de Alcalá de Henares


A escasos metros de la universidad de Alcalá de Henares (Madrid) en la calle Beatas, se encuentra el convento de San Diego, cuya fama se extiende más allá de los límites de la ciudad gracias a la excelente calidad de sus almendras garrapiñadas, típica confitura sin la cual nadie abandona la ciudad alcalaína.
Este convento, primero beaterio y después de la Orden tercera de San Francisco fue fundado por Catalina García en 1670, como Colegio de doncellas y gozó de gran estima en la ciudad que las llamaba cariñosamente las “Beatitas de San Diego”.  
En 1837 el colegio de doncellas recibió autorización para tener oratorio donde celebrar la Santa Misa y reserva del Santísimo Sacramento.
 
En 1906 decidieron adherirse a la Orden de Santa Clara. Por mediación de los padres Franciscanos Mariano Rojo y Patricio Panadero consiguieron el rescripto de la Sagrada Congregación para hacerse clarisas y el 15 de diciembre de 1906 profesando la Regla de Urbano IV. De este modo, lo que comenzó siendo un colegio de doncellas se convertía en una auténtica comunidad de vida contemplativa de la Orden de Santa Clara.

Durante la guerra civil el convento fue saqueado y la Comunidad fue expulsada y evacuada a Benisa (Alicante). Las hermanas regresaron al convento alcalaíno el 2 de mayo de 1939 pero hasta 1951 no se les concedió nuevamente la clausura conventual debido a las malas condiciones del edificio y la penuria por la que atravesaban. Ya en 1974, se inician las obras de restauración del convento, que culminan en un edificio que destaca por la sencillez de sus líneas externas y el ambiente luminoso y alegre. En esta época también, el 11 de agosto de 1975 la Comunidad profesa solemnemente la Regla de Santa Clara, culminando así los muchos avatares de una mujeres que, guiadas por la providencia de Dios fecundan la Iglesia con fe, esperanza y amor dentro de la parcela de la Orden franciscana.


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