El convento de Santa Isabel se levanta en la calle del mismo nombre, en las inmediaciones del nacimiento del acueducto romano.
A finales del siglo XV, una noble dama de Guadalajara, Doña María del Espíritu Santo, se sintió inspirada a fundar un Convento en Segovia. Se le unieron varias jóvenes y adquirieron unas casas situadas extramuros, en El Arrabal. Erigieron un Convento bajo la Regla de la Tercera Orden de San Francisco, aprobado por bula de Inocencio VIII el 19 de noviembre de 1486. En ella se nombraba a doña María del Espíritu Santo abadesa de la naciente comunidad.
Pasados los doce primeros años de vida comunitaria en el Arrabal, la comunidad, por disposición de la reina Isabel la Católica, pasó a ocupar el convento de Santa Clara la Vieja que se encontraba deshabitado. A partir de entonces, se cambió su titularidad a favor de Santa Isabel de Hungría, patrona de la Orden Tercera.
Es tradición secular que la vida religiosa fue siempre muy pujante y de gran observancia en este Convento. Varias religiosas, aunque sin reconocimiento oficial eclesiástico, ha recibido tradicionalmente el calificativo de venerables: Sor María de Peñalosa, Sor Isabel Peralta, Sor Isabel López, sor Catalina de San Millán, Sor María de Heredia, sor María Ramírez, Sor María Arias y sor Magdalena.
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